jueves, 8 de mayo de 2014

LA TABLA DE FLANDES, de Arturo Pérez Reverte

Vanesa Mendoza, de 4º ESO B, nos invita a jugar una inquietante partida de ajedrez... ¡No te lo pierdas!
Esta y otras novelas de Pérez- Reverte te esperan en la biblioteca.


Datos del libro:

Título: La tabla de Flandes
Autor: Arturo Pérez-Reverte
Editorial: DEBOLS!LLO
Fecha de edición: Enero de 2011

Argumento:

Mientras Julia, una restauradora de arte, trabaja en una tabla flamenca del siglo XV, descubre una inscripción oculta: ‘’¿Quién mató al caballero?". El cuadro tiene la clave para resolver un asesinato que se llevó a cabo cinco siglos antes mediante jugadas en el tablero de ajedrez representado , por lo que, para dar con la solución, Julia y su mejor amigo, César, necesitan contar con un experto en ajedrez, Muñoz, que les ayudará a rehacer la partida hacia atrás hasta dar con el asesino. Pero además, tras la muerte de su ex novio, Álvaro, Julia recibe llamadas en las que nadie habla y cartas donde aparecen escritas jugadas de ajedrez. Para que Julia esté a salvo y averiguar quién es el desconocido que mató a Álvaro deben continuar la partida. ¿Ganarán las piezas blancas o las negras?

Valoración personal:

La tabla de Flandes es uno de los mejores libros que he leído últimamente. La historia del misterio y la muerte que se repite cinco siglos más tarde es intrigante, misteriosa, entretenida y simplemente brillante. Pero una vez lees el libro lo mejor, sin duda, es el inesperado final. Nunca imaginarías haber tenido la respuesta delante de tus ojos, tan cerca que hasta podrías tocarla, sin darte cuenta.

Uno de los fragmentos que más me ha gustado:

-Eso quiere decir… -Julia miraba a Muñoz con los ojos muy abiertos, como si ante sus pies se hubiese abierto un pozo sin fondo-. Significa que la persona que quizá asesinó a Álvaro, la misma que nos ha enviado esa tarjeta, está jugando una insensata partida de ajedrez… Una partida en la que no sólo yo, sino nosotros, todos nosotros, somos piezas… ¿Es cierto?

El jugador de ajedrez sostuvo su mirada sin responder, pero no había en su gesto pesadumbre alguna, sino más bien una especie de curiosidad expectante, como si de aquello pudieran extraerse apasionantes conclusiones que no le desagradaría observar.

-Celebro - y la difusa sonrisa volvió a instalarse en sus labios- que por fin se hayan dado ustedes cuenta.

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